Buscando Espontaneidad

renzoarbocco@gmail.com

domingo, 17 de enero de 2010

Un guión sobre ladrones y policías




La siguiente historia relata todo lo sucedido luego que tres ladrones asesinaron a una mujer que se negó a entregarles sus joyas.


Jaime: ¡Ta’mare! ¿Qué vamos a hacer ahora con ésta chica?


Tito: No tengo ni idea, debemos esconder el cuerpo lo más rápido posible.


Andrés: ¡Son unos tarados! Por qué lo hicieron, en qué pensaban.


Jaime: Oye, no lo hicimos solo nosotros, lo hiciste tú también.


Andrés: ¿Yo? Están locos, solo le corté el cuello porque no podía verla sufrir más.


Tito: Hay, que exagerado, en unos minutos más se moría.


Andrés: Están dementes en verdad.  No puedo creer en qué nos hemos metido.


(Se escucha un ruido a lo lejos)


Jaime: ¡Oye ya! Llevemos el cuerpo a la zanja.


Tito: Ya, tu cárgala de los pies y yo la llevó de las manos. Andrés, tú que estás medio cabreado revisa que no venga nadie.


Andrés los mira con un aspecto apático pero accede al pedido y empiezan a caminar hacia la zanja del Río Rímac. Mientras tanto, en una avenida cercana, una patrulla se encuentra estacionada y el Comandante Rivera recibe una alerta por radio.


Radio: Comandante Rivera, Comandante Rivera, un 414 en los alrededores del puente Ballón.


Comandante Rivera: ¿Un 414? Ah! Movimientos sospechosos. Recibido, recibido, procedo a revisar la zona.


El Comandante Rivera enciende el carro patrullero y empieza a dirigirse al puente Ballón. Cuando está por llegar a la zona, apaga las luces del carro para no llamar la atención. Mientras tanto, los tres amigos que intentan deshacerse del cuerpo siguen caminando.


Jaime: Oye Tito.


Tito: ¿Qué?


Jaime: ¿Cuándo vamos a tomarnos unas chilindrinas?


Tito: Ahorita pe, dejamos a la fría y nos compramos unas más frías.


Andrés: ¡Ojala los maten también a ustedes!


Tito: Asu, que idiota. Cómo vas a decir eso.


Andrés: ¿Cómo ustedes pueden decir eso? Tienen un cuerpo entre las manos y no les causa ningún sentimiento de pena o compasión. 


Jaime: ¿Qué quieres, que estemos tristes? Tristes estarán sus familias. Para qué no nos dio las joyas pes.


Andrés: Pero hay que tener límites. La debimos dejar ir. No debiste acuchillarla por no encontrar nada en su cartera.


Jaime: Perdón, pero tú sabes que a mí me altera trabajar por gusto.


Se escucha un ruido.


Tito: Andrés de mierda, no estás revisando nada. Creo que ahí viene alguien.


Andrés: No viene nadie. De ahí me dices cabro a mí.


Jaime: ¿Seguro?


Andrés: Si, seguro.


Mientras tanto, el patrullero ve a los chicos a lo lejos cargando un bulto extraño y detiene el carro para seguir el camino a pie.


Comandante Rivera: No puedo creerlo. Parece que en verdad está pasando algo raro.


Toma la radio del carro patrullero y se comunica con la comisaría.


Comandante Rivera: Aquí el Comandante Rivera, tenemos un 414 en la zona del puente Ballón. Al parecer unos jóvenes están intentando esconder evidencias. Espero refuerzos, repito, espero refuerzos.


Deja la radio en su sitio, cierra bien el carro y empieza a caminar sigilosamente con dirección a los jóvenes.


Comandante Rivera: Maldita Policía Nacional que me ha dejado solo dos balas en el arma. Si esto se pone serio les voy a tener que dar a culetazo limpio no más.


Mientras el Comandante Rivera se acerca, los jóvenes llegan a la zanja y se disponen a arrojar el cuerpo, cuando empieza una discusión.


Andrés: Esto no está bien. Mejor dejemos el cuerpo aquí y vamos a decir que la matamos en defensa propia.


Jaime: Oye tú si tronaste ah. En verdad cállate que me estás poniendo de mal humor.


Tito: Ayúdame a botarla Jaime.


Andrés: No, no, no… No me gusta esto. Dejen el cuerpo.


Andrés saca la cuchilla con la que terminó por degollar a la chica y los amenaza.


Jaime: ¿Oye, estás loco? ¿Por qué nos amenazas?


Andrés: Porque no me quiero meter en más roches.


Tito: Pero qué roches, nadie nos ha visto. En verdad déjate de tonterías y terminemos esto. Mañana nos vamos a reír de esto jugando un partidito de futbol en el barrio.


Andrés: ¿Reír? No hay motivos de risa. En verdad me siento mal de haber sido parte de este asesinato.


Jaime: Lo hecho, hecho está dice mi papá.


Andrés: Bueno pues, para mí no está. Tengo la oportunidad de hacer algo bien. ¡Dejen el cuerpo mierda!


En ese instante, cuando Andrés amenaza a Jaime y a Tito con la cuchilla, el Comandante Rivera se acerca a ellos y ve claramente como Andrés sostiene el cuchillo.


Comandante Rivera: ¡Suelta ese cuchillo!


Andrés: ¿Qué? ¿Quién eres tú?


Comandante Rivera: El Comandante Rivera, de la Policía. Suelta este cuchillo que usted está arrestado.


Andrés consternado responde.


Andrés: Pero si me fijé y no había nadie.


Comandante Rivera: Bueno, aquí estoy yo y eso basta. Así que suelta el arma y déjame llevarte a la comisaría.


Andrés: No, pero yo…


Jaime: Señor, nos quiere matar.


Tito: Si, ya mató a nuestra amiga y nos estaba obligando a arrojar el cuerpo al río. Seguro después nos iba a matar a nosotros.


Andrés: ¡Cállense malditos!


Grita Andrés amenazando nuevamente con el cuchillo.


Comandante Rivera: Esta es la última vez que te lo digo. Suelta ... el ... cuchillo.


Andrés: Esto tiene que ser un sueño. No está bien.


Jaime: Dispárele jefe, si no nos va a matar a todos.


Andrés: ¡Ya me llegaste puta madre!


Andrés levanta el arma sobre la cabeza de todos y voltea con dirección a Jaime, sin embargo, antes que pudiera avanzar se escucha un disparo y Andrés cae tendido al piso.


Jaime: Gracias jefe. En verdad nos salvó la vida. Ese delincuente quería que lo ayudáramos a esconder sus fechorías.


Tito, aún un poco sorprendido por la muerte de, hasta hace unos minutos, su amigo, intenta reponerse y seguir con la historia.


Tito: Si jefe, en verdad usted es un ángel.


Comandante Rivera: Ya, ya, tranquilos. Igual ustedes me va a tener que acompañar a la comisaría hasta determinar, a ciencia cierta, que sucedió con esta joven.


Jaime y Tito se miran intranquilos, al mismo instante que unos tres policías más se acercan a la zona.


Sub-oficial Quezada: ¿Todo bien jefe?


Comandante Rivera: Si todo bien. Lleven a estos dos hombres a la comisaría e identifiquen este cuerpo, así como las condiciones de su muerte.


Los policías arrestan a Jaime y a Tito y los llevan a la comisaría. Luego de pasada la noche el sub-oficial Quezada se acerca al Comandante Rivera.


Sub-oficial Quezada: Comandante, ya revisamos el arma, así como el cuerpo de la joven.


Comandante Rivera: ¿Y, cuál es el resultado?


Sub-oficial Quezada: Ratifican las versiones de los detenidos. La mujer falleció producto de un degollamiento, el cual, de acuerdo a las huellas del arma, fue responsable Andrés Santana, el hombre al que le disparó.


Comandante Rivera: ¿Entonces, los detenidos no tienen nada que ver?


Sub-oficial Quezada: De acuerdo a la evidencia, no tienen nada que ver. Además, por lo que nos ha contado, la escena era clarísima, ¿no mi Comandante?


Comandante Rivera: Si, si … pero me queda una extraña corazonada de que esos chicos tenían bastante que ver con el asesinato. Los ojos con que me miraba el joven al que disparé me dejaron muchas dudas. Pero bueno, no hay que hacer novelas donde no hay. Déjalos ir no más.


El sub-oficial Quezada se da media vuelta y empieza a irse cuando el Comandante Rivera lo detiene para decirle algo.


Comandante Rivera: Ah, y Quezada.


Sub-oficial Quezada: ¿Si Comandante?


Comandante Rivera: Pídales disculpas por hacerlos pasar una mala noche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenaso, ja ja ja, parecen políticos peruanos!